vOLVEMOS a hablar de lo mismo. Puede ser cansino, pero es lo que hay. Enésima oportunidad para que el Athletic se pudiera gustar. El rival invitaba a ello, aunque esta temporada la regularidad en el juego no es una seña de identidad de los de Valverde. Mal comienzo y otra vez a remar contracorriente. El Sporting desactivó en la primera parte a los leones simplemente con orden y ganas. El equipo rojiblanco salió desconectado del choque y dando sensación de no entrar en el mismo con la intensidad que merecía.

Era un buen día para confirmar que lo visto ante el Atlético de Madrid iba a ser desde ese momento la nota habitual. Nada más lejos de la realidad. Mal primer tiempo y tras el descanso llegaron al partido. Todo cambió: verticalidad, juego por bandas y mayor control de la pelota en las zonas donde se genera el fútbol. Muniain y Williams revolucionaron el choque para alegría de los asistentes que observaban aturdidos lo que el marcador reflejaba. Una vez más la pegada del grupo del Txingurri determinó un encuentro que no debía haber transcurrido por esos derroteros. A nadie se le escapa que los puntos y la clasificación determinan los análisis y generan o no los debates. Tengo la sensación de estar asistiendo a una gran oportunidad de hacer una muy buena temporada. Los rivales fallan y solo haciendo los deberes propios los puestos altos de la tabla están a tiro de piedra.

Lo peor fue el carrusel de tarjetas amarillas y las marrullerías precisamente en un partido de estas características. Amorebieta no ha cambiado. Antes hacía lo mismo, la diferencia es el escudo de la camiseta. No nos echemos las manos a la cabeza ahora que no es de los nuestros.@monjeondavasca