NO pudo ser. El Athletic empató en Butarque y gracias. Los leones volvieron a exhibir sus carencias fuera de casa y nos regalaron un espectáculo de muy difícil digestión, menos mal que esta vez era antes de comer. Los sábados a la una de la tarde ahora se juega al fútbol, por la pinta los jugadores de Valverde no están para nada de acuerdo. Probablemente, el de Leganés sea el peor partido de la temporada de los rojiblancos incluidas todas las competiciones.
Hacía mucho tiempo que no veía tan desbordado al equipo. Las llegadas se sucedían y de no estar tan desacertado el venezolano Machís, un amigo para toda la vida, y atento Iraizoz, el mejor sin duda, el Athletic se tenía que haber venido con un saco de la salida liguera. Por favor, que nadie ponga de excusa el estado del terreno de juego.
No es nuevo, cuando juegas tan poco al fútbol y dependes casi exclusivamente de la pegada de tus hombres de ataque y de su frescura, pasa lo que pasa. Ni si quiera a balón parado se genera algo. Córner tras córner, falta tras falta y nada de nada. No se ponen bien los balones y así no hay nada que hacer. Lo peor es que no hay cambio y todo sigue igual, el guion es siempre el mismo.
El entrenador es el que mejor conoce a los suyos, eso se dice siempre. Otra cosa es que desde su conocimiento no acierte con el diagnóstico actual tanto colectivo como personal. Urgen cambios de toda índole al apreciar un equipo sin ideas y con jugadores que se ve que no están al mejor nivel. Nadie tiene en el contrato firmado que debe jugar sí o sí, y por aquí hay que empezar. Puede venir bien sangre fresca. Lo que es obvio esta campaña es que los partidos lejos de San Mamés están mostrando las costuras de un conjunto que parece menor alejado de los suyos. Tampoco es que en casa se esté brillando, pero algo mejor sí se lo hacen. Tiempo hay, mimbres también.