Adelgazar es para muchos vascos -el 50% de los hombres y el 40% de las mujeres- lo más cercano a lo imposible. Una empresa heroica. Poca broma, porque por medio aparecen complejos, quebrantos de salud y la erosión de la autoestima. Tengo mis dudas de que, con este fondo de conflictos personales, el sesgo humorístico adoptado por el nuevo programa de ETB Cuerpos de élite sea el acertado. ¿Una desdramatización de la pandemia de la obesidad? Seguramente está impulsado por esta bondadosa intención, creyendo posible fusionar el rigor con la risa con enfoque pedagógico. Aun así es un error situarlo en el segmento del entretenimiento, como si el objetivo titánico y cruel de bajar peso justificase el espectáculo. La orientación jocosa se ve reforzada por el hecho de que el actor Andoni Agirregomezkorta, en su doble condición de cómico y gordito, sea el conductor del espacio. Lo imperdonable es su título, homónimo de una reciente película protagonizada por el propio intérprete guipuzcoano. Verán ustedes, ningún obeso aspira a tener un físico de pasarela, sino a algo tan modesto como dejar en el menor tiempo posible diez o quince kilos de grasa al precio de hambre y sudor. Las dos caras de Cuerpos de élite las ocupan los profesionales que orientan a los concursantes y las historias de éstos y su entorno afectivo. Situar en modo comedia a un médico, una nutricionista, un psicólogo y un entrenador deportivo es riesgo de frivolidad por cuanto actúan como expertos responsables. Así que, finalmente, lo que nos deja la lucha contra la báscula es un relato de emociones, el de cada candidato al adelgazamiento y su familia, porque cuando en un hogar alguien se pone a dieta la tribu entera secunda la causa. El padre de los cuatrillizos pelirrojos es un ejemplo enternecedor de esa complicidad. Conocemos el final de esta historia, mil veces repetida, y se resume en dos palabras: voluntad y motivación. Sin una y la otra no hay nada que hacer. Empieza por aceptar que te llamen gorda/o y olvida tu sueño si no estás dispuesto a darlo todo.
