Arranque lamentable del Athletic en la Europa League. No me ha sorprendido, el Athletic es capaz de partidos como el del jueves pero no comprendo ni la puesta en escena, ni el desarrollo y menos el desenlace. Fue todo tan desafortunado que el equipo perdió tres cero y el portero nada tuvo que ver. Es más, gracias a él la cosa no fue a mayores. Decepción total en el inicio de la liguilla ante un equipo italiano que conocimos de su existencia tras el sorteo.

Valverde habló hace alguna semana de aquello del discurso reiterativo y de lo de mismos jugadores muchos años escuchándole. Era un aviso a navegantes y venía a anticipar la posibilidad de situaciones como las del Mapei Stadium. Precisamente para Ernesto la única circunstancia que le hacía dudar en seguir o no era esa. Entiende muy complejo convencer al grupo y mantenerles en la idea tantas y tantas campañas. No sé si está ocurriendo esto, si es así, hay que cambiar el discurso. Valverde tiene trabajo.

El equipo no carbura. No tiene ni ritmo, ni fútbol. Sus jugadores no tienen “chispa”. La cabeza lo es todo en el deporte, hay quien dice que el 90 por ciento. Sin ella en condiciones, las piernas no responden. Lo que es innegable es que hay jugadores sin intensidad y se les ve sufrir en el campo. Lejos de encontrar soluciones, el técnico sigue apostando y tirando de catálogo, de galones. No está apostando por la frescura y los jugadores que están en mejor forma. Los rojiblancos necesitan encontrar su ADN. Y ese es presión, desgaste, entrega y trabajo.

Es obvio que son tres jornadas de liga disputadas y una en Europa. Poco tiempo para analizar pero sí el suficiente para comenzar a enderezar lo que se ha torcido. Tres puntos en el casillero liguero que perfectamente podían no estar. El Athletic debe ponerse las pilas o va a tener problemas. Yo lo tengo claro, Valverde y los suyos dependen de sí mismos. Cuando hacen lo que saben y están a tope son un equipo temible, cuando no es así el Sassuolo les mete tres.