eSTAMOS ante la noticia del año del Athletic. Probablemente con el tiempo valoremos en su justa medida la trascendencia de lo hecho por Laporte el pasado lunes con la rúbrica al nuevo contrato con el Athletic. Su decisión va mucho más allá de la mera firma sobre un papel de un futbolista.

A nadie escapa que Aymeric era pretendido por varios clubes de máximo nivel del continente. Sus características hacen de él un jugador muy apetecible. Zurdo, joven, con un manejo de balón envidiable y con la velocidad de aquellos que marcan la diferencia en la retaguardia. El de Agen, sabedor de todos los intereses habidos y por haber, no se desvío del cauce en ningún momento.

Como ya reconoció en Onda Vasca, su agente es él mismo. Él es quien decide. Otra cosa es que se rodee bien. Tiene los mejores asesores que puede tener. Gente que quiere lo mejor para él y que huye de comisiones y traspasos multimillonarios. Aquí radica el éxito de la operación Laporte. Bueno, aquí y en la cabeza clarividente de un chico de 22 años que sabe que las cosas llegan a su tiempo y ahora su lugar está en Bilbao.

El dinero del City estaba sobre la mesa y el pago de la cláusula de rescisión quedaba prácticamente en anécdota. Es en este instante cuando Aymeric busca el acuerdo con el club y el Athletic con él. No puede perder tantísimo dinero, la oferta de City era mareante y estaba claro que si había esfuerzo la perdida estaba plenamente compensada. Mientras, los asesores, Kepa Cabareda, sin él hubiese sido imposible y quien visa los contratos, Guillermo Ibarrondo, aconsejaban al central cuál era la mejor opción: seguir en Bilbao. El futbolista entregado a unos colores, una afición y un ideal ante eso, lo tenía mas que claro. Nueva firma, mejora y ampliación en el contrato con la correspondiente subida de la cláusula, hasta los 70 millones de euros. De esta manera se ponía fin a un culebrón magistralmente llevado por las partes y con el final más feliz que se podía esperar.

A partir de aquí varios mensajes . El primero, a Europa y los clubes: el Athletic no vende y además no vale venir y llevártelos; ya no se van. El segundo, hacía los compañeros: “Me quedo aquí porque sé que con vosotros lo vamos a conseguir, con nuestra filosofía y con esta cuadrilla que hay en el vestuario”. El tercer mensaje es para la afición. Cuando parecía que la fuga de talentos era imposible de detener aparece uno que acaba con el sistema. Orgulloso de pertenecer a este club apuesta por una idea y dice no al mismísimo Pep Guardiola.