No me fío de los ricos que entran en política. Y celebro que cualquier ciudadano que lo haga gane bien (y se gane lo que cobra). Por eso, de los emolumentos declarados por Pablo Iglesias me centro en la parte que no le toca ni como diputado europeo ni como profesor universitario: los 50.000 que percibió como autónomo (pagando todos los impuestos, como hacemos los demás? salvo quienes aceptarían sobres en el PP), de los que encima Hacienda le devolvió más de 3.000 (sin hijos ni hipoteca), por tertulias, producciones audiovisuales y venta de libros.
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