La emoción en la Vuelta se concentra en las salidas, en las continúas y necesarias protestas que palpitan con fuerza en contra del genocidio que Israel perpetra en la franja de Gaza.

En Galicia, las reivindicaciones y el ondear de banderas palestinas como muestra de solidaridad con Palestina continuaron agitando las conciencias y el cielo.

Ni la última acción del Israel, que ha decidido borrar del maillot el nombre del país para blanquearse, puede destensar una situación que versa sobre los derechos humanos.

Mientras tanto, Sylvan Adams, el propietario de la estructura, sionista declarado, convencido de los planes expansionistas de Israel e íntimo amigo de Netanyahu, trata de enfangar el debate etiquetando de terroristas a quienes se manifiestan contra el exterminio de un pueblo.

La respuesta a esas afirmaciones es que cada vez más personas se unen como fuerza de choque frente al genocidio y señalan lo que demasiados gobiernos y la UCI, a la que corresponde la decisión sobre la permanencia del Israel en las carreras, son incapaces de hacer.

Si en los despachos de mullidas alfombras el silencio se impone y la miopía ante semejante atrocidad ocupa las vista de los mandatarios, en la calle la indignación crece. También en la carretera. No se apagan las voces de una Vuelta que cuenta varios incidentes de menor o mayor grado, como la caída de Javier Romo.

Activistas propalestinos intentan cortar la carretera al paso de Vine y Vervaeke. Europa Press

El enfado de los manifestantes, hubo un detenido en la llegada, se contrapone con una competición huérfana de incertidumbre, con el pulso mínimo. Lejos de cualquier estímulo, vertebrada a partir de la repetición de la acción, de la historia y de los personajes que la habitan. Incluso los seriales y folletines semanales del Oeste, que se alquilaban o se compraban por un puñado de monedas, tenían más vida y ramificaciones.

Tedio en la Vuelta

El truco de aquellas historietas exprés residía en que se escribían varios planteamientos, nudos y desenlaces. Después se combinaban, cambiando el nombre de los personajes y de los lugares para concretar una lucha entre el bien y el mal. La coctelera de historietas no tenía fin.

El entretenimiento estaba asegurado. ¿Qué más da que fuera Jack o Joe el pistolero? ¿A quién le importaba si el robo era de ganado o de trenes? ¿A alguien le molestaba si la acción discurría en Texas o a orillas del Mississippi? Todo era distinto, pero igual. La Vuelta repite esa fórmula pero con menos agitación.

Vuelta a España


Decimoquinta etapa

1. Mads Pedersen (Lidl) 4h02:13

2. Orluis Aular (Movistar) m.t.

3. Marco Frigo (IPT) m.t.

4. Santiago Buitrago (Bahrain) m.t.

5. Eddie Dunbar (Jayco) m.t.

6. Egan Bernal (Ineos) m.t.

7. Louis Vervaeke (Soudal) m.t.

121. Markel Beloki (Education First) a 13:59

124. Mikel Landa (Soudal) m.t.

140. Xabier Mikel Azparren (Q 36.5) m.t.


General

1. Jonas Vingegaard (Visma) 57h35:33

2. Joao Almeida (UAE) a 48’’

3. Tom Pidcock (Q 36.5) a 2:38

4. Jai Hindley (Red Bull) a 3:10

5. Felix Gall (Decathlon) a 3:30

6. Giulio Pellizzari (Red Bull) a 4:21

7. Matthew Riccitello (IPT) a 4:53

32. Mikel Landa (Soudal) a 1h05:06

51. Markel Beloki (Education First) a 1h32:27

143. Xabier Mikel Azparren (Q 36.5) a 3h11:08

Imperial Pedersen

En ese ecosistema que se repite, Mads Pedersen era el hombre asignado para conquistar Monforte de Lemos. Acertó en la diana después de varios intentos en episodios anteriores. Verde esperanza el suyo. El danés cumplió punto por punto con lo que se esperaba de él. Era el más fuerte de una fuga que era un pelotón en sí mismo. Otro día más con una fuga exagerada.

El modelo no es nuevo y se reproduce demasiado en la Vuelta. Sobre ese escenario, Pedersen batió a los restos de una escapada enorme con un esprint tan poderoso como lejano que solo el teleobjetivo, que achica y acorta distancias, pudo acercar a sus rivales.

Un manifestante propalestino fue detenido antes de que el pelotón llegara. Coordinadora Galega de Solidarie

El danés venció sin sombras que le molestaran tras pastorear la ráfaga de ataques de los últimos kilómetros, donde giró la ruleta de la fortuna con otros nombres. Aular y Frigo trataron de destemplar a Pedersen, que dominó la escena sin edulcorantes.

Lo celebró con entusiasmo el excampeón del Mundo tras rastrear numerosas fugas en la Vuelta en las que no dio con la combinación ganadora. Siempre presente, protagonista, Pedersen abrazó con entusiasmo a sus compañeros de equipo tras el logro. Controlaron varios latigazos en la fuga para el chasquido de felicidad del danés, que en Galicia contó su 60ª victoria en el profesionalismo.

Calma para Vingegaard

Minutos después de la dicha del danés, llegó el pelotón, con Vingegaard sereno y relajado. También Almeida, su único oponente por la corona de la carrera. Todo sigue igual entre ellos cuando resta una semana de competición.

Las historias humanas son muy comunes, apenas varían. La previsibilidad en la Vuelta, empero, la supera acumulando capítulos que refuerzan lo rutinario y lo predecible hasta revolcarse en la resignación y el aburrimiento.

Con el Visma desatendiendo todo lo que no comporte un riesgo para Vingegaard, el UAE, una sucursal de estrellas con el apetito voraz para cerrar el curso con el récord de victorias de un equipo, se dedica a saquear los podios y a protagonizar cada renglón de una carrera abrazada a lo inane. Salvo estímulos como el de Pedersen, un tipo que honra la competición.

La muchachada de Vingegaard eligió el comienzo de siempre. De inmediato se formó una fuga donde se cantaron infinidad de números, hasta 44, como en una feria que agita cartones de bingo prometiendo la eternidad o un peluche. También sirve una freidora en ese camino hacia la felicidad momentánea, hacia las endorfinas tras la adrenalina.

Vine y Vervaeke lo intentan

En ese tumulto, se pelearon los bingueros. Jay Vine, el ciclista que creció desde el rodillo al profesionalismo, otro caballo de tiro del UAE, vencedor de dos etapas, cantó línea junto a Vervaeke.

El bingo, al fin, fue para Pedersen. Ambos cabalgaron por delante en una fuga que se astilló en el Alto de Barberitos en un recorrido en el que no se sabía si se subía o se bajaba, siempre ondulante y sinuoso el trazado por Galicia.

El pelotón rodaba en otra dimensión, sesteando en una tarde de domingo sin ínfulas, arrastrando la resaca de las cumbres asturianas, aprovechando para echar una cabezadita antes del día de descanso, de los lunes al sol. Solo un incidente alteró la paz.

Caída de Javier Romo

Un manifestante propalestino trató de cruzarse sin éxito al paso de los corredores. El manifestante apareció desde la cuneta bandera palestina en mano y trató de entrar en la carretera, pero tropezó sin lograr su objetivo. Cayó antes.

En medio de la confusión, con un Guardia Civil cruzando la carretera para interceptar al manifestante, Javier Romo miró para atrás y sufrió la caída. El corredor del Movistar se levantó y tras localizar la posición del manifestante fue a por él corriendo sin que se produjeran mayores incidentes. Conviene no poner en riesgo la integridad física de los corredores.

Ajenos al suceso, Vine y Vervaeke resistieron un buen puñado de kilómetros por delante hasta que Pedersen, Bernal, Buitrago, Aular, Dunbar, Frigo y Sheffield se lanzaron a por ellos con devoción.

El pulso entre el dúo y el septeto fijó una pizca de frenesí al día camino de Monforte de Lemos, donde la policía actuó y detuvo a un manifestante al tras un forcejeo.

Se empastó el grupo, una vez apresados Vine y Vervaeke. Muchos se agitaron en el frenesí, pero solo uno triunfó. No había otra alternativa que el verde esperanza del danés. El destino esperaba a Pedersen.