se acabó Bárcenas en diferido, empieza Bárcenas en directo. Ahora que ya está libre el ex tesorero del PP se va a pasear por los platos de la tele para desenredar el nudo de su historia y salvarse ante la opinión pública del indeseable papel de cabeza de turco que su partido le ha adjudicado para ocultar su corrupta financiación. Vaya con cuidado, Don Luis: la televisión no es el mejor medio para el argumentario ético, pero sí para el impacto y la denuncia, y usted necesita más que nada aclarar el origen de sus helvéticos millones. Francamente, me encantaría que Luis Bárcenas me encargase el diseño de su comunicación dentro de la estrategia de su defensa y gestión de su reputación. Además de divertirme un rato, viviría la gloria y la miseria de los medios en pleno azote de lo peor de la política y me recrearía en la épica de la recuperación del honor perdido y su vertiente más vulgar, el ajuste de cuentas.
Para empezar a Bárcenas le importa mucho su imagen, como lo demuestra su apego a los trajes elegantes y los abrigos Chesterfield, y el esmerado cuidado de su cabello entrecano. Su estética a la salida de la cárcel es otro ejemplo. Pero Bárcenas no va a librar una guerra de imagen, sino de certezas, en un entorno que no le es propicio y con los canales privados y públicos rendidos al poder. No le ofrecerán los platós solo para ganar audiencia, sino también para la demolición del incomodo personaje. Así que debe extremar la astucia y administrar todo lo que sabe para derrotar a sus peores enemigos: Rajoy, la Cospedal y la mentira, la troika que gobierna España.
La ironía desplegada por Bárcenas al abandonar el talego evidencian su fortaleza inicial, pero también podría ser una táctica de disimulo, porque sobre sus anchas espaldas sobrevuela una posible condena de 60 años, su muerte. No sean ingenuos, porque el guión esta escrito: el señor de los dineros jugará la baza de que sus revelaciones causarán mucho daño al PP en año multielectoral y con esa amenaza obtendrá un arreglo. Va a ser un espectáculo, les advierto.