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Carnaval, Carnaval

Estos días la tele es un espectáculo entre patético e hilarante, una sátira grotesca de cuanto sucede con Rajoy, su gobierno y su partido, mezcla de denuncia y sarcasmo, de indignación y guasa en un penoso equilibrio. Se diría, por lo que estamos viendo en los informativos y programas de debate, que en España el Carnaval se ha adelantado una o dos semanas y que al pueblo empobrecido por la crisis y airado por la tragedia de corrupción, a falta de conocer la verdad, le han servido en bandeja los monigotes sobre los que descargar su furia y sus burlas. Lo peor que le puede ocurrir a la clase política es convertirse en objeto de chanza generalizada, porque en este ámbito el respeto democrático es sustituido por el desprecio absoluto. La risa como sucedáneo de la crítica es como el teatro suplantando a la realidad: una invasión canalla.

Los disfraces de moda del Carnaval español son las patillas de Bárcenas y sus abrigos de cuello de terciopelo. Son los mohines de impostada inocencia de Ana Mato, atrincherada tras su sillón ministerial. Son la banda de los ex: el exmarido, el extesorero, el exabogado y todos los exresponsables de Génova y sus hediondos excrementos. Son los sobres con dinero negro, la caligrafía inculta de los registros contables, los amnistiados de Montoro y la pandilla mafiosa de los Gürtel. Son los tertulianos del PP vagando de cadena en cadena para apagar las llamas de la verdad e incendiar al mensajero. Y, por supuesto, son la tortuga de nuestra justicia, el duque empalmado, su no imputada señora Borbón y el rey cazado. A diferencia del Carnaval brasileño, tan sensual, el español es bobo, zafio, de chirigota.

Cuando reina la desilusión lo único que queda es el humor amargo. La tele nos lo sirve y de ahí las enormes audiencias de Wyoming y el urgente regreso de José Mota con Berengario, el tractorista, genuina representación de los miserables de ahora. Pero la sátira es la rebelión de los cobardes: la corrupción les mueve a la risa, pero no se mueven contra ella. Pues eso, feliz Carnaval.