'Niebla en el canal: el continente aislado'
Gran bretaña se queda sola al negarse a suscribir un acuerdo de la UE que abre el camino para la unión fiscal y una mayor regulación del sistema financiero. Sin embargo, en la todo poderosa City londinense elogian la postura de su primer ministro, David Cameron, quien, en opinión de algunos ha renunciado a subirse al Titanic antes de hundirse. No debe sorprendernos semejante afirmación, que está en línea con su actitud histórica ante el proyecto europeo iniciado hace 60 años.
Suena parecido al famoso titular Fog in channel: Continent cut off (Niebla en el canal: el continente aislado) publicado por The Times el 22 de octubre de 1957. Conocido el talante euroescéptico de la gran mayoría de los conservadores británicos -votantes de Cameron- y el profundo sentido de identidad patriótica de sus ciudadanos, resultan lógicas las reacciones de los ejecutivos financieros de Londres, que ven peligrar su status; mientras que la prensa expresa preocupación ante la posibilidad de quedar peligrosamente aislados.
Cameron, no obstante, dice sentirse "feliz" de no estar en el euro y reconoce que si no se atienden sus exigencias "es mejor quedarse fuera" del nuevo tratado. En este sentido, hay que señalar que el primer ministro británico quería una serie de prerrogativas para que el sector bancario londinense permaneciera al margen de la regulación del sistema financiero europeo que persigue el nuevo Tratado europeo.
Ahora bien, los datos del Reino Unido son claros y establecen una relación económica, financiera y comercial muy íntima con la UE, donde venden cerca del 40% de sus exportaciones, mientras que la City londinense, que también mantiene una íntima relación con Europa, representa cerca de un 10% del PIB británico. La pregunta es: ¿cómo va a afectar esta negativa a su economía?
La tormenta del euro será bien recibida por los euroescépticos británicos que ven más cerca su sueño de que el Reino Unido abandone la UE, pero la realidad puede convertir ese sueño en una pesadilla. Todo dependerá de la eficacia que muestren las medidas derivadas del nuevo Tratado que debe aprobarse antes del próximo mes de marzo. Llegados a este punto, también hay muchas dudas, dado que en los últimos meses se ha evidenciado una preocupante y peligrosa incapacidad de los gobernantes europeos para hacer frente a una crisis que ha roto todos los esquemas en relación al euro, una moneda diseñada para tiempos de bonanza que está en circulación desde hace diez años.
Se abre un periodo apasionante en el que vamos a ver una Europa a varias velocidades, pero todas ellas de marcado carácter económico. Y aquí está el peligro de que se produzca un avance en esa materia en detrimento de la UE como unidad política y social, porque junto al aislamiento de Gran Bretaña, uno tiene la impresión de que también ha quedado aislado el europeísmo.