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Elegir con resignación cristiana

Lo triste en España es que ya no votamos al mejor, sino, con suerte, al menos malo… y sin suerte, al menos terrible. Hace décadas, en los chistes de la época, salía siempre el típico misionero metido en una olla mientras los nativos discutían cómo prepararlo. Pues últimamente me da por pensar que sí hay gente capaz de ver el futuro. Algunos saben aprovechar ese don y se forran; otros, en cambio, lo llevan peor: ven venir el desastre, pero no tienen ni idea de cómo evitarlo, y eso les amarga el doble. Y ojo: si aún no has cumplido 60, prepárate. Llegará el día en que los candidatos serán aún peores…