Queremos dedicaros estas palabras desde el corazón, porque hay momentos en la vida que marcan para siempre, y uno de ellos ha sido ver cómo cuidabais de Nikole con una entrega y una ternura imposibles de olvidar. Cuando uno es madre o padre, imaginar a su hija conectada a monitores, rodeada de sondas y alarmas, duele más de lo que se puede explicar.
Pero ahí estabais vosotras, vosotros. Ahí estabais con vuestras manos firmes, vuestras palabras suaves, vuestra presencia tranquila. Transformasteis un lugar de miedo en un espacio de esperanza.
Gracias por cada noche sin dormir, por cada gesto atento, por cada vez que nos explicasteis qué pasaba, sin prisas, con paciencia y comprensión. Gracias por cuidar no solo de Nikole, sino también de nosotros. Por preguntar cómo estábamos, por compartir una sonrisa o un gesto cuando más lo necesitábamos.
Vuestra profesionalidad es admirable, pero aún más lo es vuestra humanidad. Nikole, en sus primeros días y semanas, conoció lo que es el amor más allá de la familia: el de quienes eligen cuidar, sostener y proteger la vida de los más frágiles. Hoy, Nikole crece fuerte, y cada pequeño avance suyo lleva un pedacito de vuestro trabajo. No olvidaremos nunca lo que habéis hecho por ella, y por nosotros.
Gracias, de corazón. Con todo nuestro cariño y admiración, Nikole, Irati eta Aitor.
“Quien cuida con vocación, sana más allá del cuerpo. Sana el alma, la esperanza, y a veces, incluso el miedo”. ESKERRIK ASKO!!