Todos los sábados está junto al supermercado, con su gorro, sus zapatillas rotas, su chambergo ajado y su sonrisa. Siempre le doy unas monedas. Se llama Youssou, un día me indico donde vivía, llevaba comida que le habían dado, siempre sonriendo, siempre agradeciendo. El otro día cayó un aguacero. He oído un golpe, y al asomarme a la ventana había una arqueta en la carretera y el agujero al aire. Los coches la golpeaban al pasar. En el edificio de enfrente una pareja mirando. Mientras llamaba a la policía (comunicando) apareció Youssou. Cruzó la carretera hasta poner la arqueta en su lugar, mientras los coches pasaban a su lado. Patinó mientras volvía a la acera y por poco cae. No creo que Youssou tenga coche, pero ha resuelto un grave problema sin que nadie se lo pidiera, mientras los demás mirábamos. Puede que haya evitado un accidente. Es de agradecer. Yo, desde luego, se lo agradezco.