Cada día estoy más preocupada por un tema que me causa conmoción y preocupación a partes iguales, la salud mental de nuestra población juvenil. En los últimos años, hemos sido testigos de cómo han aumentado los trastornos mentales y el estrés psicológico en la población en todos los ámbitos, ya sea laboral, familiar o afectivo entre muchos otros factores. Pero lo que verdaderamente me preocupa es la juventud. Y no por el hecho de necesitar ayuda psicológica en sí, sino de los aspectos que originan esa necesidad.

Me acongoja ver la cantidad de jóvenes que acuden a terapia, y ver tristemente como esa etapa tan maravillosa se les está escapando de las manos, cuando verdaderamente es la que más tenían que disfrutar, sin las “preocupaciones de los adultos”.

Y esto me lleva a una reflexión: ¿Tan podrida está la sociedad, que los jóvenes están cargando con situaciones que por edad no les corresponde? Ojalá regresaran los años en los que la mayor preocupación que teníamos en la adolescencia era hacer las tareas para poder salir a la calle con los amigos.