Somos numerosas las familias que llevamos más de mes y medio sin consulta con el especialista, porque se ha producido la baja de una médico del Servicio de Endocrinología Pediátrica del hospital de Cruces, por un motivo tan previsible y fácilmente resoluble como es una jubilación notificada, al menos, desde antes del verano.

En la actualidad, tras presentar numerosas quejas formales que caen en saco roto y llamadas telefónicas, lo único que sabemos es que no se sabe cuándo se va a incorporar una persona sustituta, es decir, no sabemos nada.

En esta tesitura, como padres de una niña con una enfermedad crónica como es la diabetes tipo 1, dolencia a la que tanto bombo se le dio en prensa y desde Osakidetza el pasado día 14 de noviembre por ser el Día Mundial de la Diabetes pero que tan olvidada se tiene el resto de días del año, solo se nos ocurren dos soluciones: esperar en casa sine die a que nos llamen para darnos la buena noticia de que, al fin, tenemos médico asignado y podemos ir a consulta, mientras la enfermedad se va descontrolando por la falta de ayuda profesional para su buena gestión o hacer un mal uso de las Urgencias y presentarnos allí a colapsar un poco más el servicio, a ver si así alguien se digna a atendernos de la manera debida.

Señores, no se juega con la salud de la gente, y menos aún con la de los niños.