Parece que está de moda decir que sufres de tiroides y engordas por eso. La última en proclamarlo, la marquesa de Griñón. El hipotiroidismo se ve en la cara antes que en las lorzas. Y Tamara no tiene cara de hipotiroidea. Tiene cara de perezosa con gusto por las grasa saturados y los carbohidratos a la hora de la cena.
Resulta que ahora, a un mes de su boda, se va a meter en noséqué clínica para perder los kilitos que le sobran, a costa de su salud, claro. Solo necesitaría –y sería bastante más barato– mantenerse lejos de los bollos y gastar la suela de la zapatilla. Al tiempo, veremos el efecto rebote, veremos.
Y ahí sí que no hay tiroides que funcione.