Abuelo, eres genial hasta para hacer el ridículo. Has conseguido lo que querías. Alquilar gratis el auditorio de más audiencia, que todos se desahoguen, unos contra otros, izquierda, derecha, centro (si existe), ultraderecha, nacionalistas, comunistas, catalanes, vascos, castellanos, valencianos y todo bicho viviente, y contra ti (que no le importas a nadie, mal que te pese). La prueba es que no aplaudiste a nadie, ni a tu mentor fascista, porque lo importante para ti eras tú y solamente tú; y tú no habías ido para aplaudir a nadie, sino que te aplaudieran a ti. Genial. No deberías volver a montarla, porque se te veía cansado, y aunque has sido un buen deportista y aguantabas carros y carretas, ya no estás para esos trotes; creo que deberías descansar y caldo y quietud, porque los años no pasan en balde. Que ya no tienes 20 años y Ava Gardner, Dominguín y Manolete ya se murieron y no te van a ver en la tele. No necesitas ir de relumbrón, porque ya has tenido más de un hijo, escrito más de un libro y plantado más de un pino en medio del estercolero nacional. Para rematar la jugada, los tifossi del fascio te cantaron aquello de “dale Ramón”.