Está mal visto envejecer en la sociedad actual. Hay que evitar peinar canas y cumplir años, y ante la imposibilidad de evitar esto último, por lo menos camuflarlo. Eterno Peter Pan, con cincuentones presumiendo de una juventud que ya les abandonó hace tiempo. El mayor daño que se puede infligir a una persona es decirle que aparenta más años de los que tiene, es obligatorio parecer más joven. Tengo 52 años, no 32, ni 42, ni quiero aparentarlos. Me ha costado mucho llegar hasta aquí; he visto cientos de veces amanecer y anochecer en mi puesto de trabajo. He padecido cambios de todo tipo para los que en la mayoría de las ocasiones no estaba preparado y he debido adaptarme a los golpes que la vida te sacude irremediablemente. Observo la arrogancia de los jóvenes y recuerdo que la mía era aún mayor. Veo que cometen los mismos errores que yo cometí y que ahora intento no repetir. Ya no corro maratones porque me rompí el tendón de Aquiles, pero procuro andar la misma distancia. Y continúo aprendiendo cada día. Pero por favor, en mi cumpleaños no me regalen cremas antienvejecimiento; no las necesito.