El presidente Xi Jinping ha querido celebrar los 70 años del régimen comunista por todo lo alto, con la máxima pompa y la mayor demostración de poder militar. Por los problemas actuales derivados de la crisis de Hong Kong y de la guerra comercial con Estados Unidos el país registrará la menor tasa de crecimiento. El presidente Xi Jinping asume el máximo protagonismo de esta celebración. La dictadura que ejerce el Partido Comunista Chino, reafirmada en la masacre de Tiananmen de 1989, se mantiene con firmeza. La transformación del país más poblado del planeta, con 1.400 millones de habitantes, puede enorgullecerse de haberle sacado del subdesarrollo y de la pobreza. Occidente, al haber hecho de China la gran fábrica del mundo ha contribuido decisivamente a ello. Las autoridades chinas, con Xi Jinping a la cabeza, se han marcado los retos de garantizar una reactivación económica sostenida, el desarrollo militar y el desafío tecnológico hasta el punto de que, en el futuro, el país podría rivalizar con Estados Unidos como primera potencia mundial. El temor a que eso suceda explica en parte la guerra comercial y tecnológica desatada por Trump contra el gigante asiático, al que acusa de basar su crecimiento en la competencia desleal y en el espionaje industrial y tecnológico, a los que intenta poner fin.