De pequeño, cuando iba a Torrelavega con mi familia, a ver a mi abuela Cándida y a mi abuelo Carlos Pondal Morales, que fue dos veces alcalde de Torrelavega, conocí a una empleada de hogar de las que había en el servicio domestico, natural de Ucieda Cantabria. Jesusa. De ella les quiero hablar. Mis abuelos tenían 4 hijos y 4 hijas, la menor mi madre, Mila. Cuando mi madre se casó, Jesusa la criada, como se llamaba entonces a ese estupendo oficio, vino a Las Arenas con ellos. Su nueva familia era la mía. Con todos nosotros. Jesusa era un ejemplo inagotable de dedicación, esfuerzo y solicitud. Siempre trabajando, cocinando, limpiando o lo que fuera menester. Nunca se quejaba de nada. En definitiva, sirviendo, con mayúscula. Nunca, pienso, le hubiera podido sustituir ninguna maravilla de la informática actual. Tenía humanidad, entrega, afán de servicio (con su descanso, por supuesto). Si hay Cielo, que lo hay, allí estará Jesusa.