Agradezco al equipo de Master Chef Junior por ser un programa que hace posible la unión de la familia: los padres, los hijos, los abuelos se reúnen en torno a la televisión con un fin, que es aprender a cocinar y probar todo lo que se cocina, prescindiendo del “no me gusta”. Este año han llegado a la final dos chicas: una catalana y una gallega. Esas niñas el día de mañana recordarán con especial ilusión ese momento. Reconozco que es muy importante que desde pequeñas aprendan y valoren el trabajo en la cocina de sus madres y abuelas... Una buena costumbre es que agradezcan las horas que lleva hacer una buena comida, el día a día, en el cumpleaños de los hijos con una buena tarta o una buena comida, una exquisita tortilla de patata de madre, un arroz en su punto, unas buenas croquetas caseras para cenar. Por último, lo que más me emocionó de la final fue oír un comentario cariñoso de una niña diciendo que el menú de la final se lo dedicaba a su abuela, que no lo pensaba hacer mejor, pero lo hacía con especial ilusión para ganar la final. Felicito a todo el equipo por su dedicación en la formación de esos niños, para que desde pequeños coman y cocinen de todo.
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