Era de prever que las declaraciones que hizo el cineasta Fernando Trueba el año pasado, durante la gala en la que recibió el Premio Nacional de Cinematografía, donde soltó perlas como: ¡Nunca me he sentido español! O: “Si hubiera una guerra en España, iría con el enemigo”, le iban a pasar factura tarde o temprano. Y parece ser que la gente que se sintió ofendida con lo que dijo ha considerado que llegó el momento de la vendetta. Su última película, La reina de España, está recibiendo un boicot en las redes sociales. Como consecuencia, la taquilla está siendo un fracaso. Me apena este hecho porque el cine español no está para sobresaltos. Pero también entiendo a los boicoteadores, que se quejan de que Trueba rechaza de España todo menos las subvenciones. Según los datos del Ministerio de Cultura, Trueba recibió una subvención de 721.646 euros para sacar adelante su película El artista y la modelo; por El baile de la victoria, 848.383 euros; por El embrujo de Shanghai, 810.820 euros. Y así, una subvención tras otra hasta conseguir casi 4 millones de euros. La semana pasada le escuché al cineasta quejarse con dureza sobre el pirateo. ¡Encima eso! Francamente, no se me ocurren argumentos para defenderlo.