Tras sus ansias de cambio social, muchos se han dejado seducir por el lenguaje guerrillero, con sus soflamas agresivas en contra de lo establecido. Desde mi forma de ver, los guerrilleros (viejos o nuevos) se equivocan, y no solo en el por dónde pretenden llevar adelante sus propuestas, sino también en el desde donde actúan: sus egos, y no desde la conciencia social, como pregonan. Es preciso abandonar el enfrentamiento ventajista y crear verdaderas mesas de debate, de contraste de pareceres, de integración y suma de verdades particulares. Muy lejos de lo que estamos -nos han- acostumbrado. Por encima de las ganas de vencer, se precisan ganas de entenderse. Y salir del espejismo de una realidad creada por altas esferas, que nos hemos llegado a creer y en la que somos meras comparsas condenadas, además, a pelear por sus migajas. Altas esferas estas que, por cierto, se complacen en el comportamiento de sus guerrilleros.