El que fuera primer ministro del Reino Unido Winston Churchill acuñó una frase de la que quizás tendrían que aprender todos aquellos que dicen buscar un acuerdo para la formación del nuevo gobierno, por encima de sus propios intereses partidistas: “El político se convierte en estadista cuando empieza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones”. Pasan los días ya unos cuantos, desde las elecciones del 20 de diciembre y los acuerdos para ese gobierno del cambio parece cada día más improbable, mientras alguien en la sombra se frota las manos esperando su oportunidad a la espera del fracaso, ante la escenificación real o no de la total desunión de las fuerzas (no todas) de las izquierdas. Los acuerdos no serán sencillos, pero nadie parece moverse de sus posiciones pensando quizás egoístamente en ese ya mas que probable adelanto electoral. Ninguna de las partes asumirá la incapacidad para ponerse de acuerdo: responsabilidad para aquellos con años ya de experiencias de gobierno, menos soberbia para lo que prometieron tomar el cielo por asalto porque entre unos y otros (repito mientras alguien se frota las manos) nos pueden llevar de nuevo al infierno.