Ahora mismo van a limpiar de aspereza la singularidad de nuestras costumbres, van a quitarnos los troncos, pilares y soportes, de nuestras industrias, van a reparar nuestros muebles y bienes viejos de madera de los bosques españoles, van a lavar los cuadros y uniones sindicales vascas con detergentes disuasorios, cambiar la alfombra y el césped de nuestro idioma con la grasa artificial del idioma castellano. En serio, que no se nos ocurra reivindicar, sentir y pedir que somos una nación, que está en la complejidad química y en el nivel de nuestras vidas, también sujeta a la curiosidad y a la envidia de procesos identitarios, relacionados con la inolvidable unidad de España, cuyas capacidades y propiedades de organismos multicelulares pueden ser entendidos y descritos en términos modernos, cuando se realice la unidad española.
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