Que los euskaldunes en Nafarroa estamos contra las cuerdas, es una realidad impepinable. El uniformismo español quiere rematar la faena y expulsar el euskera de Nafarroa. Estas últimas semanas están trufadas de tristes ejemplos de lo que he dicho. Hace unos días entrevistaron al nuevo presidente del Napar Buru Batzar, Unai Hualde, en Navarra Televisión. La mitad de las preguntas iban referidas al euskera. El presentador acosaba a Hualde:

-¿Usted qué prefiere, segregación o convivencia?

A la tercera, Hualde sucumbió:

-“Yo prefiero la convivencia”.

En el mejor de los casos, el presidente del NBB peca de desconocimiento. La convivencia de modelos lingüísticos en un mismo centro acaba con cualquier posibilidad de crear un espacio propicio al uso del euskera. Él mismo fue alumno de la Ikastola de Altsasu y debería saber de primera mano lo difícil que es conseguir que el alumnado utilice el euskara fuera de las paredes del aula. Hoy mismo, leo a Paco Roda poner a parir el modelo escolar monolingüe y proclamar las bondades del voluntarismo a ultranza (vamos, que el que no usa el euskera es porque no quiere), o equiparar la separación de modelos lingüísticos con la segregación por género, acusándola incluso de facilitar la reproducción del clasismo en nuestra sociedad! Cualquiera que se haya pasado por el patio de un centro en el que conviven modelos lingüísticos diferentes sabe que el uso del euskera es inexistente en ellos, fuera del aula. Y es que los goles que te hace el contrario duelen, pero los autogoles son demoledores.