Las tinieblas parecían cubrir el mundo de los hombres, los noticieros difundían esos días noticias espantosas, de refugiados fumigados por policías, de niños que tosían por efecto de los gases utilizados para disuadirlos. La Tierra parecía haber sido tomada por hombres grises, que corrían de acá para allá, inmersos en urgencias de todo tipo, de prisas, sin apenas tiempo ni reflexión. El mundo de las noticias, parecía un hervidero de neuróticos, y en los programas televisivos de máxima audiencia la gente, sin el mínimo respeto, juzgaba, gritaba e, incluso, se insultaba.

Todo parecía un caos, sin resquicio para el corazón. Una gran Nada. Historia Interminable, donde la palabra había quedado secuestrada. Pero hete aquí que algunos seres, invisibles hasta entonces, empezaron a nombrar de nuevo a las cosas, a formular en alto nuevas ideas, a decir lo que habían soñado. Sin miedo Todo empezó al ser nombrada una sola Palabra, que apenas hizo ruido al principio, de inocente que era; que hizo explosionar con el suave viento de su boca una nueva dimensión. De conciencia. Y esta Palabra -que quedó grabada en la mente de hombres y mujeres, como un icono del nuevo tiempo-se nombró a sí misma Fantasía. Y la Fantasía se hizo carne, y acampó entre nosotros.