La sociedad, ante unas elecciones, se dividen entre los que votan lo que más les gusta o lo que menos les disgusta, los abstencionistas activos, como opción libertaria y los que tampoco votan pero que en nada se parecen a los anteriores, ya que su opción única y exclusiva es su pasotismo y lo único que saben hacer es exhibir sus bravuconadas en sus círculos más cercano pero sin aportar nada en la construcción de la sociedad, y a los que se les tendría que dar la oportunidad de desaparecer del censo lectoral, para que no se les cuantifica y entorpeciera la construcción de un bien común.