Los responsables respectivos del PSOE y PP, adversarios políticos irreconciliables entre sí, acuerdan de la noche a la mañana suscribir un pacto antiterrorista para implantar de facto la cadena perpetua. Sánchez no las tenía todas consigo, parecía que alguien le había forzado a un acuerdo contra el que siempre se había opuesto su partido. Costaría entender las manifestaciones posteriores de Sánchez afirmando sin pudor que el PSOE no es partidario de la cadena perpetua y que tan pronto como acceda al poder derogará la ley porque no sirve para reinsertar, sino que es pura venganza. La sorpresa la continuó el responsable de Organización, Antonio Hernando, afirmando que será el último pacto que firmen con el PP. Entonces, para confirmar que se había recuperado la coherencia, Sánchez declaró que “sería conveniente firmar más acuerdos con el PP”. La sensación ante la ciudadanía era que la ejecutiva se había convertido en el camarote de los hermanos Marx”, pues de nuevo el secretario general afirmó que “es indudable que la economía está progresando y que se está creado empleo”. Unos días antes manifestó que la economía va cada vez a peor y que “el paro no descenderá en mucho tiempo”. Si, además, se empeñan en hacerle la campaña electoral a Podemos, van a tener que firmar muchos pactos o llamar de nuevo a Felipe y a Guerra para que a España no le reconozca ni la madre que le parió... Decía un célebre estratega político: “Tú vótame y yo te diré lo que te conviene”.
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