No hay desayuno que no vaya acompañado de titulares cuyas protagonistas son mujeres brutalmente asesinadas, violentadas y maltratadas, pero lejos de amargarnos socialmente el café, pasamos el trago y la página con tanta cotidianeidad que asusta.

Estamos en crisis, dicen. Y que de una crisis sale una oportunidad. Pero lo que realmente creo es que la crisis solo trae consecuencias promovidas por el miedo y la desesperación y que, por tanto, lejos de avanzar, la sociedad retrocede a estadios reconocidos y aceptados por su seguridad.

Es decir, se buscan valores y normativas ya vividas; se busca la tradición, en un intento de repetir aquellos mejores tiempos.

Y aquí es donde volvemos a perder las mujeres, porque la psique de la sociedad se instala y se ancla en esquemas patriarcales en los que devuelve a la mujer "a su sitio", el ámbito privado, secundario, e invisible del hogar, del que nunca debiera haber salido, dice la voz de la ignorancia salvaje.

Que haya cada vez más violencia contra las mujeres, más discriminación laboral, más desigualdades sociales y económicas, no es por casualidad, no es momentáneo, ni caduco. Es el eco de sociedades ya pasadas que relegaron a la mujer a ser mercancía y propiedad. Si no ponemos freno político, institucional y social, el retroceso de nuestra sociedad en valores humanos será brutal y abominable, y el futuro seguirá teñido con sangre de mujer.

Celia Heras Hernando