Hace poco escribí una carta sobre la labor silenciosa de Cáritas de la Iglesia católica. Hoy, con cifras. Cáritas carga con 5.141 centros de enseñanza y un total de 990.774 alumnos. Gestiona 107 hospitales y 1.004 centros entre ambulatorios, dispensarios, asilos, centros de minusválidos y transeúntes o enfermos terminales de sida, con un total de 51.312 camas. Es responsable también de 365 centros de reeducación para marginados sociales, exprostitutas, expresidiarios y extoxicómanos. El ahorro al Estado que suponen estas cargas se cifra en 25.003 millones de euros, sin contar con que casi todas las personas que trabajan y colaboran con Cáritas, Manos Unidas y otras organizaciones de la Iglesia católica son voluntarias, sin ningún sueldo.

Yo pregunto: ¿Cuántos comedores para indigentes o transeúntes, cuántos centros para enfermos terminales, enfermos de sida o toxicómanos han abierto los sindicatos y partidos políticos estatales que tanto interés dicen manifestar por este mundo de la marginación y extrema pobreza? ¿Por qué no difunden estos datos ni la prensa ni la radio ni la televisión?