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Biribilketa

Liderazgos de dibujos animados

DICEN que la mejor forma de abrirnos los ojos ante situaciones que nos arrastran irreflexivamente hacia el populismo es proyectar esas situaciones en escenarios ajenos, ver las reacciones y comprender su irracionalidad. Si, además, te echas una risas, infinitamente mejor.

Para entender hasta qué punto los mensajes que agitan el vocerío político español apuntan a lo irracional y a provocar la reacción más visceral e irreflexiva tengo que darles las gracias a los guionistas de la irreverentísima serie de animación estadounidense Padre de Familia. Cargada de inconveniencias y provocadora con todos los tópicos, harían un episodio genial sobre la política española.

Recuerdo un gag cuya actualidad no puede ser mayor pese a que tendrá unos veinte años. Un debate electoral en el que, tras una razonable y sensata explicación de su programa que solo logra el aburrimiento y el desinterés de la audiencia, la candidata –un ama de casa sin experiencia política– recibe de su perro la sugerencia de que envíe mensajes claros y cortos. Así que sus respuestas a las preguntas de la audiencia son del pelo de “es la voluntad de Jesucristo” y sus planes para la seguridad ciudadana se concretan en un rotundo “muchísimos”. El éxtasis de la audiencia llega con su aplastante solución a cada nuevo reto: “11 de septiembre”. Llueven dólares para su campaña y resume la candidata su experiencia como líder de opinión: “No me puedo creer lo fácil que es”.

Con similar profundidad se debate en el Estado la renovación del Poder Judicial, la ley de amnistía, la reforma de la Constitución, la plurinacionalidad o el equilibrio fiscal, entre otras cosas. Los análisis poliédricos, las implicaciones de las propuestas, el mutuo reconocimiento y respeto han sido sustituidos por un mantra de dibujos animados: rojos y separatistas rompen España. ¡Eso es to..., eso es to..., eso es todo, amigos!