Si en este planeta comienza uno a decantarse por la izquierda, avanza hacia la extrema izquierda y sigue sin volver la vista atrás, acabará topándose de frente con alguien que comenzó a caminar hacia la derecha, se entregó a la extrema derecha y descubrió que el pensamiento político, a medida que se va dejando por el camino el respeto a los diferentes, el derecho a decidir de las minorías, no es más que una esfera que revoluciona en torno al centralismo que permite la concentración de poder. No encuentro otra explicación al contenido del discurso que Ramón Tamames parece haber preparado para justificar su candidatura apoyada por Vox en la moción de censura contra Sánchez. Ese Tamames comunista hasta que se pasó al liberalismo del CDS y fracasó, resurge ahora, nonagenario –lo que no va en su descrédito sino todo lo contrario– pero asociado al nacionalismo expansionista de la ultraderecha de Vox. Tanto tiempo ha dedicado a explicar que no coincide con la formación de Abascal en muchas cosas que todas ellas han desaparecido de su discurso. Los 32 folios que tiene preparados destilan el apocalíptico discurso de la ruptura de su querida patria, que un día es nación de naciones y otro una e indivisible. Contiene pasajes de victimismo populista sobre la situación del castellano –lengua hablada por cientos de millones de personas– frente a la amenaza de otras que a duras penas han sobrevivido en su querida España, esta España suya, esta España vuestra por el empecinamiento de unos cientos de miles de hablantes. Por si le faltaba algún tópico a su discurso, se acuerda de reivindicar un Gibraltar español por aquello del anacronismo colonial y se olvida, convenientemente, de aludir a Ceuta y Melilla en la relación con Marruecos. El pensamiento esférico de la vieja izquierda jacobina se parece tanto al pensamiento esférico de la eterna derecha jacobina que no debería extrañar que, sublimados los complejos por mor de la edad, el discurso de ambos encuentre solaz común en las regañinas de Tamames.