No es momento de tener prisas con la reforma del no completado Estatuto de Gernika, defendía ayer Eneko Andueza a catorce semanas de cumplirse 46 años de su aprobación. (Nota del autor: pongan aquí un silencio irónico). Las prisas no son, efectivamente, buenas consejeras; a cambio, las pausas, para serlo, han de ser breves. Pausar sine die es obstruir. Desde los tiempos del cine mudo se sabe que una cinta parada en el mismo punto se quema. No hay un problema de prisa con el Estatuto, menos coñas; lo que hay es un maltrato de quienes no saben usar el proyector o no quieren que veamos la película entera.