HACE una semana me llevé la gran sorpresa, cinematográficamente hablando. No es que sea una asidua a las salas de cine, pero, como no podía ser menos, tenía que ver la película más taquillera de 2023. Sí, hablo de Barbie, el éxito rosa que, lejos de ser una película infantil, contiene una carga importante de revisión crítica hacia el patriarcado, y transmite un fuerte mensaje feminista. Para mi sorpresa, en las nominaciones de los Premios Oscar no se encuentran los nombres de Margot Robbie, la gran protagonista de Barbie, ni el de Greta Gerwig, su brillante directora, a quien también podemos atribuir la oda al feminismo que fue su adaptación al cine del clásico literario Mujercitas.

Con la exclusión de Robbie y Gerwig, la polémica está sembrada y no es para menos, pues dentro de las nominaciones a mejor actor de reparto se encuentra la interpretación de Ken, por Ryan Gosling, y es que no hay Ken sin Barbie.

No es de extrañar que una película que trata sobre el patriarcado como principal problema, plantee como única solución la igualdad y el feminismo, y de paso utiliza la marca Mattel como símil de empoderamiento. Hecho que escuece a más de uno dentro de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos. Casualmente, la misma está conformada en su mayoría por hombres.

Por si fuera poco, a falta de diez días para los Premios Goya, diversas acusaciones de abuso sexual a directores golpean al cine español. Por ello, la Academia española sostiene que visibilizará en los Premios Goya de este año su rechazo a la violencia sexual y los abusos de poder para que no tengan cabida en el mundo del cine ni en el conjunto de la sociedad española.

Tras 6 años del estallido del #MeToo, su onda expansiva ha conseguido un cambio social, aunque demasiado lento, luchando contra “la cultura del silencio”, ayudando a numerosas víctimas de abusos sexuales a denunciar. Aunque, queda mucho por avanzar y es que sigue siendo necesario redefinir la masculinidad al igual que redefinimos la feminidad.