HUBO un tiempo, no tan lejano como puede parecernos, previo a la pandemia y, en consecuencia, a los escándalos por la compra de mascarillas, en el que la ciudad de Madrid no estaba gobernada por el PP. La alcaldesa logró representar la imagen dulce de eso que a alguien, algún día, le dio por llamar nueva política, que al parecer consistía en repartir magdalenas caseras entre los grupos de la oposición. De hecho, si por algo pasará a la historia Manuela Carmena no será por Madrid Central, el proyecto de peatonalización que Almeida criticó y que ha acabado asumiendo como propio una vez ha llegado a la alcaldía. Por lo que será recordada Carmena, es por el tuit que publicó la siempre polémica Cayetana Álvarez de Toledo durante la cabalgata de reyes del 2016. La conservadora reprochó a la alcaldesa el estilismo de los reyes magos, que consideraba indigno para los monarcas de oriente. Lo hizo con su característico estilo tremendista que, a juicio de algún compañero de filas, había perfeccionado caminando sobre mullidas moquetas: “No te lo perdonaré Jamás, Manuela Carmena. Jamás”. Desde el momento en el que las escribió, esas ocho palabras estaban condenadas a hacerse virales. Así fue como la cabalgata de reyes de un municipio, que es lo que no deja de ser Madrid, se convirtió en asunto de Estado. Durante días, la prensa se dedicó a analizar los atuendos reales y a debatir sobre ellos. Llegaría otra polémica y se zanjaría el asunto; así es el ciclo mediático, que los debates no terminan cuando uno demuestra tener razón, sino cuando los tiempos piden hablar de otra cosa. Estos días ha habido quienes, interesadamente, han emulado aquella polémica pero, esta vez, la diana ha sido el Olentzero de Bilbao, a quien le reprochan, atención, ir demasiado limpio. Creedme cuando os digo que sé lo difícil que es hacer oposición; pero nunca pensé que algunos, fruto de la desesperación, terminarían siguiendo el ejemplo de la aristócrata a la que invitaron a irse del PP.