O comparto un cierto paternalismo con el que algunos pretenden despachar los incidentes y agresiones mutuas fruto del enfrentamiento entre -por resumir- las juventudes de la izquierda abertzale tradicional que ahora representa Sortu y las de una parte de la disidencia, aglutinada en el denominado Movimiento Socialista (GKS). No son solo cosas de chavales que se pegan por la propiedad (con perdón) de un gaztetxe y, sobre todo, por la financiación de sus organizaciones mediante las lucrativas txosnas en las fiestas. Jaiak bai, dirua ere bai. Eso, en todo caso, es la punta del iceberg y ha pasado en todas las escisiones y divorcios hasta en las mejores familias. Que sean jóvenes quienes protagonizan estas hostilidades no les resta ni gravedad ni trascendencia. La juventud en la izquierda siempre ha sido la vanguardia. ETA nació en los 50 de la disidencia y del "hartazgo" de unos jóvenes universitarios muy ideologizados que acusaban a sus mayores de haber claudicado y de no hacer nada frente a la dictadura franquista. Esta semana se ha cumplido el aniversario del big bang de ETA, su primer asesinato, cuando Txabi Etxebarrieta mató a tiros al guardia civil José Antonio Pardines y posteriormente él mismo fue tiroteado -probablemente "ejecutado extrajudicialmente", es decir, asesinado- por la Guardia Civil. Etxebarrieta era uno de los líderes intelectuales de ETA. Tenía 23 años y hoy sigue siendo un referente para muchos. Pardines tenía 25. No quiere esto decir que la disidencia de Sortu esté pensando en un regreso de la lucha armada, aunque sí hay nostálgicos de ella y en todo caso reivindican como legítimas "todas las formas de lucha", y ya se sabe lo que significa eso. Por el contrario, resulta asombroso cómo Ernai, las juventudes de Sortu, se consideran siempre las víctimas, con la diferencia de que ahora afirman públicamente que "la violencia organizada no tiene justificación". En cualquier caso, todo parece indicar que el verano se presenta calentito con la guerra de las txosnas. Y es muy difícil que se quede o acabe ahí. El conflicto puede saltar de "la chavalería" a muchos mayores que creen que Sortu y EH Bildu han claudicado y traicionado sus principios convirtiéndose en parte del sistema opresor y, por tanto, en un obstáculo.