ECUERDO bien nuestra estupefacción cuando, allá por 1990, miles de rusos se agolpaban para comer una hamburguesa en el primer McDonald's que abría en el país aún soviético, poco después de la caída del Muro de Berlín. La comida basura resquebrajaba el telón de acero. Ahora, sucede algo parecido. Miles de rusos acuden a los últimos MacDonald's antes de su inminente cierre debido a las sanciones por la guerra. ¿Se preguntarán estos ciudadanos la razón de estas medidas? Quizá. O tal vez caiga otro telón cuando prueben la nueva hamburguesa fiel a Putin. l