STO empieza a coger carrerilla. De aquí a junio el entretenimiento está garantizado. No nos va a faltar material para la opinión, el debate y el posicionamiento. En el tercio escaso de temporada pendiente, el Athletic, porque el equipo mantiene encendida la llama del añorado objetivo europeo y, tras salvar con suficiencia el escollo del Levante, dispone de once partidos para avivarla; pero sobre todo en el ámbito institucional. El balón e Ibaigane son inseparables compañeros de viaje cuando en el horizonte asoma un proceso electoral que, a tenor de las informaciones que se van sucediendo, promete.

Acabamos se asistir a dos episodios apenas separados por unas pocas horas que confirman la existencia del vínculo que ata los resultados a las urnas. El sábado, Marcelino En realidad no dijo nada que no hubiese sugerido previamente, pero esta vez y era la tercera o cuarta en que se manifestaba al respecto, acabó de desmontar por completo la alucinante iniciativa de Aitor Elizegi, empecinado en atribuirse el tanto de su renovación. En la mañana del lunes, saltaba a la palestra la identidad de otro aspirante a presidente. Iñaki Arechabaleta se situaba en el mismo plano que Rikardo Barkala y casi seguido brotaban como setas -la expresión se toma prestada de un colega que ejerce en una emisora de radio- uno, dos y hasta tres nombres más de supuestos interesados en suceder a Elizegi.

Como uno hace tiempo que dejó de creer en la casualidad como fuerza motriz de los acontecimientos, no teme que le acusen de malpensado si afirma que este par de novedades se producen justo después de que el equipo fuese apeado de la Copa en una ronda que se presumía asequible y por añadidura histórica, dado que una resolución favorable otorgaba el privilegio de jugar la tercera final consecutiva.

El infeliz desenlace de la semifinal auguraba que Marcelino fuese interrogado sobre sus intenciones; era la disculpa perfecta para volver a la carga con un asunto que nació en octubre y desde entonces no ha dejado de martillear la actualidad, gracias básicamente a la insistencia de Elizegi. El técnico tiró de esgrima en diciembre, también en enero. Apeló al sentido común y evitó pronunciarse de manera tajante. En vano. Dijo que no era el momento de abordar la cuestión, se remitió a la finalización del curso en la idea de que solo entonces se sabría a ciencia cierta si su labor era o no fructífera y dejó caer asimismo, en referencia a las elecciones, que no cabía obviar que concurrían asuntos de régimen interno en la entidad.

En vista de que su discurso parecía no calar en algunos sectores de la prensa, en esta ocasión fue más directo. Tras repetir los argumentos enumerados, Marcelino ya no se anduvo por las ramas: "...creo que hay muchos factores muy complejos y las dos partes, la que va a dirigir el club y nosotros (él y sus ayudantes), consideraremos si nuestra continuidad es lo mejor para el Athletic". Más claro, el agua: Elizegi queda fuera de la ecuación. Es lo normal, si está a punto de marcharse a su casa no pinta nada adoptando decisiones estratégicas que inciden en la gestión de quien vaya a relevarle en el cargo.

Las palabras de Marcelino, que ya no cuenta con la baza de la Copa y no tiene sencillo meter al equipo entre los seis primeros, merecen una reflexión. Porque si se confirma que habrá candidatos, dos o más, y por tanto elecciones, el escenario cambia radicalmente. No se puede descartar que el asturiano cuente con una propuesta para seguir, pero la misma deberá someterse a plebiscito frente a otra u otras alternativas para el banquillo. Es lógico prever que cada candidato quiera distinguirse ante el socio con el entrenador que estime adecuado. Con la particularidad de que el tema no se dilucidaría hasta bien entrado el mes de junio. Es cuando menos dudoso que Marcelino vaya a asumir estos condicionantes y esté dispuesto a permanecer a la espera hasta entonces, con el riesgo personal que ello entraña. Bueno, y sin descartar que vaya a recibir, si es que no ha sucedido ya, ofertas para trabajar en otro lado que puedan ser sugerentes y además le ahorren la inquietud que encierra el trance descrito.

A lo apuntado se irán agregando novedades que acaso ayuden a despejar incógnitas. Mientras, a ver si a Marcelino le dejan en paz, que su tarea no ha acabado. Será difícil: las elecciones están llamando a la puerta.