L poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente". Ya lo decía Tierno Galván, último vestigio socialista del foro madrileño, rememorando al político e historiador inglés Lord Acton. Resulta descriptivo de lo acontecido entre Génova y Sol mientras el eco mediático se entrega a la victimizada lideresa tapando el sol con un dedo y echando cemento sobre el verdadero meollo de la guerra civil en el PP: su corrupción sistémica. Del hermano al marido, del primo al cuñado, y tiro porque me toca. "No sé por qué me tengo que ir, no he hecho nada". Precisamente por ello Casado se ha despeñado por el desfiladero, empujado por una estrategia suicida donde echó mal las cuentas de sus aliados, reducidas al tertuliano Montesinos. Al final, los felones los tenía al lado. Cuatro años tildando de traidores a los adversarios para metérsela doblada quienes le abanicaron hasta el tiempo de descuento y han virado su discurso para atarse a su cargo. "Estoy atónita. Lo han ido abandonando uno a uno", penaba la navarra Ana Beltrán. Una macrogranja de buitres a quienes solo les falta pedir el cátering al hermano de Ayuso para festejar la llegada de su nuevo mesías, dándole a la gaita del liberalismo conservador. Regocijo canalla al que se apuntará hasta la Tuna Compostelana. Ya nos lo advertían de críos las madres: cuidado con las malas compañías, y alguna de las que se rodeó Feijóo en viajes de placer ha dado con sus huesos en la cárcel. Abascal sigue horneando palomitas.

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