N una entrevista concedida la noche del miércoles a una emisora de Madrid, Marcelino ha tenido que responder a varias preguntas en torno a su futuro profesional. Se le interrogó expresamente sobre la posibilidad de que siga vinculado al Athletic. Las respuestas se atuvieron escrupulosamente al guion que había expuesto en anteriores comparecencias. Vino a decir el entrenador que ahora no procede abordar la cuestión, que él está concentrado en la competición, en el próximo envite copero con el Real Madrid, que lo único que le ocupa es el ferviente deseo de acceder a una nueva final y aludió a la experiencia vivida en la ronda con el Barcelona, "un partido redondo" disputado en un ambiente especial que le cautivó.

Insiste pues Marcelino en que tiempo habrá de abordar el tema de su porvenir, pero que desde su perspectiva será crucial poseer más datos sobre la trayectoria del equipo para definirse. El hombre se cura en salud, consciente de la volubilidad que rige el fútbol de élite. No es un argumento nuevo, pues ya ha dejado claro que una posible negociación debería reparar en si el Athletic estará o no en disposición de alcanzar los objetivos fijados, en referencia a una plaza continental y a la incógnita relativa a la Copa. Lógicamente, datos que solo se conocerán según se aproxima el final del calendario y de momento estamos en el mes de enero. Ni siquiera se permite Marcelino exteriorizar sus inquietudes, qué es lo que bulle en su interior y opta por dejar abiertas todas las posibilidades, lo cual incluye desde la voluntad del club hasta la suya propia. En síntesis, su postura es la correcta, ni alienta expectativas ni se cierra en banda, sencillamente no se moja. Hacerlo sería gratuito.

Ello no quita para que, al calor de los buenos resultados recientes, se perciba una campaña redoblada que aboga por la renovación del asturiano. En diversos medios de comunicación aparecen voces que se muestran claramente favorables a dar continuidad al proyecto del actual cuerpo técnico, una iniciativa que Aitor Elizegi ha aireado en reiteradas oportunidades como ideal sin que nadie le haya solicitado opinión ni tuviese necesidad alguna de posicionarse. A su entender es un paso a considerar por la sencilla razón de que está persuadido de que es algo positivo para la entidad. Ya está. La prudencia de que hace gala Marcelino, no va con el presidente, para quien carece de importancia el hecho de que su mandato haya enfilado la recta final y en verano se vayan a celebrar unas elecciones a las que ya ha anunciado que no concurrirá. De modo que con su posicionamiento obvia que quien pretenda sucederle está en su derecho de estimar exactamente lo contrario, de tener una idea distinta y abogar por un cambio en el banquillo.

Por si no fuera suficiente el nivel de controversia que ha caracterizado la vida institucional del Athletic durante los tres años de Elizegi en Ibaigane, en general a causa de sus errores, pues ya tenemos un problema más sobre la mesa. La enésima polémica. Una absolutamente evitable por cuanto de entrada, que se sepa, ni cuenta con el visto bueno de Marcelino, quien inteligentemente adopta un perfil neutro, como si no se diera por aludido, lo que hasta le ha permitido mencionar, como quien no quiere la cosa, que en breve se va a proceder a un traspaso de poderes en la entidad.

Al margen de lo expuesto, que de por sí reclama una profunda reflexión, resulta llamativa la ausencia de táctica que subyace en el pronunciamiento del presidente. Decantarse abiertamente por Marcelino sin consultarle sus intenciones, otorga a este una posición de fuerza en una hipotética negociación de una envergadura económica de primer orden sin ningún género de dudas. Es Elizegi, en su afán por dejar su huella en el club una vez alejado del foco, quien no ceja en el empeño de promocionar al entrenador proclamando a los cuatro vientos que el hombre es feliz en Bilbao, que está muy comprometido con la causa, plenamente identificado con la filosofía y toda una retahíla de frases hechas más propia de una campaña publicitaria que de una operación que atañe a un cargo clave en el organigrama de Lezama.