L imperio británico se le han visto los pies de barro varias veces en la historia, pero la tormenta de ahora lo amenaza seriamente. El Brexit, como era de prever, se les ha ido de las manos. Y lo de Boris Johnson y sus fiestas es antológico. Ni confinamiento, ni restricciones, ni duelo por la muerte del marido de la reina se guarda en Downing Street. A Boris le gusta más la juerga que Magaluf a un británico medio. Claro que la Corona, con líos como el del Príncipe Andrés -despojado de honores-, sobrepasa ya el delito. Cada vez se parece más a otro país cuyo nombre no recuerdo...