O me pregunten en qué momento sufrió una metamorfosis y abandonó el envoltorio de mariposa La Pedroche -si a alguien se le bautiza por el artículo es que ya es toda una marca-, que bastante tuve yo con insonorizar mi salón del ruido externo de los petardos de mis vecinos, nunca mejor dicho, colocar en fila india las uvas y descorchar el cava con la casa aireada pese a cambiar de año con la sola compañía de los Cachitos de Santa Raffaella. La bukanera, hincha del Rayo, electrificó los audímetros al golear a la pública a golpe de Campanadas, un hito que traspasó fronteras y lideró Euskadi, cuyo share de adhesión a la cadena triste (38,3%) superó la media estatal (37,9%), en 11,6 puntos al conjunto de RTVE y en 16,1 al binomio ETB-2/ETB-1. Al hilo de la pandemia, les conté que hoy en día los jóvenes de Erandio -por citar mi pueblo- bailan y festejan al son de los mismos ritmos pachangueros que los de Fuente de Cantos (Badajoz). Que la transversalidad ha roto fronteras y, cómo no, alcanza a los gustos mediáticos. Eso sí, también en la hora Cenicienta Catalunya ejerció de guardián de las esencias identitarias: TV3 no tuvo rival, firmó el mejor dato de todo el Estado (38,6%) -excepto el 57% de la Televisión Canaria, aupada por el efecto La Palma- y se merendó (le sacó 16,3 puntos) a la reina de la noche, que hace mejores discursos que el monarca en Nochebuena. Reescribiendo el dicho de la mujer del César, los catalanes sí que se arremangan en serlo y parecerlo.

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