DE antifascista y antifranquista han calificado algunos críticos de cine la lucha que recuerda el documental Apaiz kartzela que sobre la cárcel concordataria de Zamora creada por la Iglesia y el Estado español se está exhibiendo en la red comercial vasca así como en la de Madrid, Galizia, Zamora, y continuará en ésta y próximas semanas tanto en Euskal Herria como en Catalunya, Europa y América.

Quien suscribe forma parte del equipo que ha participado en la elaboración de este documental y uno de los que en aquella década de los 60 y 70 participó en el movimiento de curas vascos agrupados en lo que se llamó Gogortasuna (fruto de la convergencia entre curas de zona minera y zona euskaldun, creando una estrategia social y nacional para sus acciones y documentos) y que llevó adelante distintas ocupaciones de obispado de Bilbao, seminario de Derio y huelga de hambre. Como participó en distintas acciones, manifestaciones, en contra del franquismo, sí, pero también en contra del capitalismo y a favor de la liberación social y nacional de nuestro pueblo.

Nuestra lucha solo se entiende en el contexto de la que llevaba -y lleva- este pueblo por ser soberano y por poder decidir sobre su futuro en medio entonces de la clandestinidad e ilegalidad impuesta por el franquismo fascista, apoyado por el capitalismo y la Jerarquía de la Iglesia, con los consiguientes riesgos de ser detenidos, perseguidos, multados y encarcelados, como el resto de ciudadanía vasca…

Por ello, algunos de nosotros participábamos con otros sectores populares en los ilegales Aberri Eguna y 1 de Mayo, y en ambas manifestaciones, también algunos de nosotros, como tanta otra gente, fuimos detenidos. Por ello nos manifestamos en 1967 en solidaridad con la larga huelga de Bandas de Echevarri, y prestamos nuestras parroquias para su desarrollo y mantenimiento.

Por ello prestábamos nuestras parroquias para reuniones y confección de octavillas informativas o escondíamos en nuestras casas o trasladábamos a militantes perseguidos y clandestinos. Por ello echábamos una mano lo mismo a militantes clandestinos del PC, PCE(R), de ELA STV, UGT, las incipientes CCOO, así como a la militancia clandestina de quienes iniciaban la andadura de ETA.

Por todo ello denunciábamos a la Jerarquía de la Iglesia, como pivote del franquismo, fascismo y capitalismo que colaboraba así con la explotación capitalista y con quienes la impedían a este Pueblo desarrollarse como Pueblo y poder decidir sobre su futuro. Por eso queríamos -¿utópicos?- cambiar esa Iglesia y ponerla al servicio de los pobres, explotados y de los derechos sociales y nacionales de este pueblo.

Toda esa situación fue la que provocó que un grupo de curas vascos -como algunos pocos madrileños, gallegos y catalanes en sus respectivos Pueblos- se comprometiera, como otros sectores populares, hasta ser detenidos, torturados, encarcelados o exiliados.

Esas son las razones que llevaron a un grupo de curas a la cárcel concordataria de Zamora, como a otros al exilio, como tanta ciudadanía vasca. Y esa es la razón de ese documental, Apaiz Kartzela, que un grupo de jóvenes del cine que no conocieron aquella situación y, fascinados por lo que les contábamos, han querido plasmarlo para el conocimiento de nuestra juventud y próximas generaciones.

Sí, aquella lucha fue antifranquista y antifascista pero sobre todo fue también anticapitalista y abertzale. Y no olvidemos, fue una pequeña parte de aquella lucha popular a favor de los derechos sociales y nacionales de Euskal Herria. ¿Que Apaiz Kartzela hubiera podido explicarlo y reflejarlo mejor? Todo es mejorable. Sus responsables sin embargo lo intentaron con un buen producto y es de agradecerles.