EMOS llegado a eso que se ha venido a llamar la nueva normalidad. Volvemos a poder hacer prácticamente todo lo que hacíamos antes de la pandemia, solo que algunas cosas las hemos de hacer con la mascarilla puesta.

Me doy una vuelta por la calle y aunque veo que mucha gente se ha animado a quitarse la mascarilla, bastantes aún no quieren quitársela, si bien son menos cada día. De entre quienes se la han quitado, poco a poco va disminuyendo el número de quienes se la vuelven a poner en situación de aglomeración sin aquello que llamábamos distancia de seguridad.

Poco a poco esas siglas covid-19 dan miedo a cada vez menos gente. Incluso a quienes la han padecido de forma no grave. Recuerdo que al inicio de la pandemia se nos decía que de esto la humanidad en general iba a sacar una serie de lecciones y que íbamos a tener una cura de humildad, que frente a los cabreos de la madre naturaleza estábamos igual de indefensos que siempre. Que íbamos en consecuencia a tratar mejor a la naturaleza a partir de ahora. Que ante la adversidad íbamos a aprender el valor de la solidaridad. Que iba a triunfar la ciencia por encima de terraplanistas y conspiracionistas varios y variados. Que millones de tragedias personales en todo el mundo no se iban a convertir en una mera estadística.

Ya entonces mantenía yo mis dudas en torno a ese optimismo, aunque reconozco que acaso tuvo cierto valor para mantener nuestra resiliencia en las peores fases, en el confinamiento general primero y en los paseos con horarios por franjas de edad. Todo eso ya lo hemos olvidado. Espero que la naturaleza no se vuelva a cabrear con nosotros y nosotras de esa manera. No sé. ¿Ustedes cómo lo ven? ¿Hemos aprendido algo con la pandemia?

@Krakenberger