Un privilegio - En las próximas líneas pongo a prueba su medidor de vergüenza ajena. La marcha de la heredera de la corona española a completar su formación en Gales ha llenado de melaza las plumas cortesanas. “Que Leonor se vaya a Gales no es un privilegio para Leonor, sino para Gales”, comienza su oda a la hija de Felipe VI un amanuense de ABC que firma como José F. Peláez. A partir de ahí, nos lleva por una montaña rusa de tiroliros en la que llega a nombrar a su musa adalid del feminismo real. Lean: “Tu éxito garantizará más la libertad y los derechos de la mujer que quinientas manifestaciones. Por eso ser feminista, me temo, es apostar por tu formación”. Antes había anotado: “La vida y la historia nos enseña que nunca se sabe cuándo te veremos entrar en el Congreso de los Diputados para cumplir con tu misión.

Abríguese, princesa- Podría haberse quedado ahí, pero aún le sobra sacarina para culminar la pieza así: “Llegado el momento, los obstáculos no son tan grandes. Y en todo caso, los saltaremos juntos. Abríguese, Alteza. Y coma bien. Que hay un país -más una madre- pendiente”. Todo esto, bajo un encabezado del defensor del español en Madrid, Toni Cantó, quizá tenga algo que decir: “Farewell, miss Leonor”.

¿Pablo Iglesias? - Si creen que lo anterior es insuperable, aguarden a los entrecomillados de Salvador Sostres que les he reservado. Va el primero a bocajarro: “El esplendor de la Historia se vuelve a imponer con otra princesa que se prepara para reinar. Pablo Iglesias se ha cortado la coleta y la belleza de España se resume en la rubia melena de nuestra joven Princesa”. Como verán, no faltan sus obsesiones como términos comparativos una y otra vez: “La gran batalla que con Leonor de Borbón hemos ganado a comunistas e independentistas es la de la belleza contra la mugre. El abrazo a su padre en el aeropuerto, contra el abrazo de Pablo Iglesias y Pedro Sánchez cuando acordaron la formación de su Gobierno. La genética es más segura que la democracia”. Calma, que ya solo queda un desvarío: “Los Reyes despidiéndose de ella en el aeropuerto fue una estampa de orden e higiene, de espaciosa elegancia, que entronca con lo mejor de la civilización y por un momento nos hizo olvidar que estamos gobernados por patanes”. Menos mal que venían advertidos...