O es que Waterloo forme ya parte de los Països Catalans pero es obvio que Carles Puigdemont tiene alguna sartén por el mango, aunque sea a nivel simbólico. La ciudad belga es destino habitual en la política catalana, que no conoce de restricciones de movilidad. Primero fue el president, Pere Aragonès, quien visitó a su predecesor tras asumir el cargo. Al día siguiente lo hicieron los consellers de Junts. El 2 de julio, recién indultados, fueron los exconsellers de Junts condenados. Hoy le toca a Junqueras y ERC. Toca reconciliación. La batalla con Waterloo será otro día.