UANDO se le toma gusto al látigo fustigador para que otros hagan lo que uno quiere y se les señala cuando no se corre el riesgo de que una de las nueve colas te salte un ojo. Cuando ELA denunció la vacunación irregular en Santa Marina olvidó citar que su delegado sindical era uno de los beneficiados. Ahora, que tiene la ocasión de aclarar qué le parece, dice que bien, que está cubierto por una decisión superior. Y uno se acuerda de las tarjetas black de Caja Madrid, donde 10 sindicalistas y 48 consejeros de PP, PSOE e IU tiraron de ellas para sus gastos porque se las dio alguien. Pero era otro chanchullo y lo sabían.