ACE ya seis días que supimos de la huida del rey emérito pero en un Estado que quiere presumir de democrático la ciudadanía aún desconoce ni por qué se ha ido -otra cosa es que lo intuyamos-, ni a dónde ni para cuánto tiempo, si es que vuelve. Lo que sabe es que lo pagaremos a escote. La política y los medios siempre acríticamente aduladores de la Monarquía (española) y sus miembros nos ha sumergido en una ceremonia de la confusión para evitar el sofoco de este sainete y proteger el régimen. Con estos salvadores la Monarquía está perdida.