AYER se dictó sentencia por el caso Miñano o caso De Miguel. Y, como ya descartó la instrucción, el fallo acredita que nunca existió un caso PNV más que en los titulares y las declaraciones políticas. Ni financiación ni red clientelar ni alusión en la sentencia a partido político alguno. Sí habla de actuaciones delictivas personales para beneficio particular. Quienes se aprovecharon de su cargo lo hicieron a costa de la confianza de quienes los eligieron para él. Ahí encajan las disculpas de Urkullu y Ortuzar. Pero ese es un hecho que toca obviar en el debate político-mediático porque la presa es golosa.